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Enviado por Sylviane Amiet el Sáb, 13/06/2020 - 10:06
EDUCAR LA PALABRA

CULTIVAR LA HUMANIDAD Y CONSTRUIR CULTURA

MANIFIESTO PARA UNA EDUCACIÓN LINGÜÍSTICA DEMOCRÁTICA

 

El Movimento di Cooperazione Educativa (MCE) con este Manifiesto se dirige al mundo de la escuela - maestros, alumnos, inspectores, padres - al mundo de la cultura y de la investigación, a las personas que tienen la responsabilidad de preparar condiciones favorables para el crecimiento cultural en los territorios y en la escuela. –Administradores, políticos, profesionales ...-, a todos/as los/as ciudadanos/as. En particular a aquellos que miran con preocupación el uso violento y discriminatorio del lenguaje que se está extendiendo y las apresuradas propuestas que invitan a resolver de manera simplista el problema de la pobreza lingüística generalizada con una enseñanza memorística y de mera transmisión de conocimientos.

 

1. EDUCAR LA PALABRA           

 

Educar la palabra para cultivar la humanidad y construir la convivencia civil.

 

Creemos que educar la palabra en nuestras sociedades multiculturales significa cuidar el futuro: tener la visión de una sociedad futura, más justa y solidaria, que queremos construir. Dirigiendo nuestra mirada hacia un horizonte de paz en el que la comunidad humana se embarque en un camino de conciencia de las diferentes historias plurales y de la riqueza de voces e idiomas que habitan el planeta.

 

Creemos en el lenguaje como un instrumento de construcción cultural y en la posibilidad de evitar que la enseñanza del idioma se use como un instrumento de división; proponemos una educación de la palabra que es la premisa necesaria para apoyar los ideales de convivencia civil, actitudes de respeto, de solidaridad, de hospitalidad hacia todos/as.

Creemos que la palabra, que permite compartir la experiencia, ver y mostrar lo invisible que acompaña a la experiencia, pensamientos y emociones, sufrimiento y alegría, ocupa un lugar central en nuestra vida y debe ocupar un lugar lugar central en la escuela.

Creemos que la educación de la palabra debe promoverse hoy, enfrentando la complejidad del presente, sin negar los conflictos que la caracterizan y hacerse cargo de ella, pero sin renunciar a cultivar la humanidad y la capacidad de compartir significado y que la democracia solo puede fundarse en la palabra, en el espíritu del diálogo igualitario.

 
Educar la palabra para cultivar el pensamiento crítico.

 
Existe un vínculo inseparable entre el lenguaje y el pensamiento (la palabra apoya el pensamiento, el pensamiento solo puede confiar en que la palabra exista y sea comunicable). Creemos que la conquista consciente y generalizada de la palabra y los idiomas, de todos los idiomas, sea tanto un instrumento de emancipación como una defensa contra los usos manipuladores y falsificadores de la comunicación.

El lenguaje contribuye a comunicar la realidad social pero también a construirla.

Educar la palabra, usando palabras diferentes a las generalizaciones superficiales y no críticas, categorizaciones indebidas y actitudes etnocéntricas, es crucial para contrarrestar la simplificación con la que se reduce a menudo la complejidad que nos envuelve.

Educar la palabra puede ayudar a nombrar temas, situaciones, eventos en referencia a categorías lingüísticas y conceptuales construidas sobre la base de la experiencia y de la reflexión, desenmascarando los criterios detrás de las elecciones lingüísticas y las actitudes profundas en la base: miedo, empatía o rechazo, cercanía o distancia mental y relacional.

Educar la palabra puede ayudar a desvelar los usos superficiales y tendenciosos del lenguaje, las actitudes y expresiones ‘normales’ que se transmiten definiendo como ‘delincuentes’ a categorías enteras de personas, pretendiendo que hay alguien que se antepone a otros en el disfrute de los derechos fundamentales, incluso del derecho a la supervivencia, a pensar que existe el derecho al rechazo de quienes buscan la salvación, ... Se trata de exponer y denunciar el uso engañoso de la palabra y mirar las situaciones cotidianas independientemente de la simplificación del lenguaje habitual. Se trata de desbanalizar lo obvio asumiendo una actitud de extrañamiento: no es casualidad que se hayan propuesto reflexiones fundamentales sobre el cambio del punto de vista, mediante estudios sobre el lenguaje.

Una escuela que educa al pensamiento debe ser una escuela que cuida la palabra, la usa de manera responsable y se pregunta continuamente acerca de los significados. Hay que liberar de los estereotipos y comparar las diferentes posibles interpretaciones de la realidad, ampliando la percepción. En este sentido educar el pensamiento crítico, a través de la palabra, se convierte en una práctica de la democracia.

 

Poner la educación lingüística en el centro de la escuela.

 

Proponemos que la educación lingüística sea colocada en el centro de la escuela en un momento en que social y culturalmente asistimos a la presencia de una variedad de culturas, lenguajes, formas de comunicación diversificadas: educar la palabra es educar en el arte de la convivencia.

Según De Saussure el lenguaje es un sistema complejo formado por lenguaje verbal y no verbal. La práctica docente del MCE, basada en esta consideración, intenta tener en cuenta este aspecto multifacético del lenguaje, la interrelación entre lenguaje y comunicación, música, arte, imagen, teatro ... Elegir esta perspectiva favorece la inclusión, enriqueciendo y mejorando la propuesta educativa, para dar más oportunidades a todos/as. 

Dado que el lenguaje es transversal a todas las áreas, la educación a la palabra es tarea de todos los enseñantes, afecta a todas las disciplinas, necesita de cooperación y de investigación.

A este aprendizaje hay que dedicar el tiempo que sea preciso: el tiempo para el diálogo, para la lectura como placer y para la construcción del conocimiento, el tiempo de confrontación sobre el significado de las palabras y para la comprensión, para elaborar narraciones y reflexiones, para disfrutar de la belleza de las expresiones artísticas, para explorar científicamente el territorio complejo y fascinante de los codigos lingüísticos, sin ceder al impulso de simplificar y reducir el aprendizaje a un entrenamiento mecánico y al conocimiento de un modelo de lenguaje inmutable.

Proponemos que se respete el derecho a la lentitud, como condición para permitir que la mente realice su función lingüística de interpretar (y transformar) el mundo. El tiempo del pensamiento, así como el tiempo de caminar, el tiempo de crecimiento y el tiempo de respiración son tiempos que siempre han marcado la vida del ser humano, no pueden acelerarse a voluntad. Comprender palabras y encontrar palabras sinceras y autenticas son operaciones que requieren la paciencia y la humildad de intentar, comparar y volver a intentar, respaldadas por el deseo de combinar belleza y eficacia.

Proponemos que los niños y adultos en el difícil camino de la educación a la palabra tengan garantizado el derecho de usar y aprender el idioma en un camino de investigación libre del miedo al juicio, a la sanción, a la evaluación negativa.

 

Sobre la base de la larga experiencia e investigación de docentes y lingüistas, rechazamos la afirmación de que el objetivo de la inclusión y el máximo desarrollo posible de las habilidades de todos/as sea irreconciliable con el objetivo de la calidad de la propuesta educativa y didáctica.

 

Creemos que el camino hacia estos grandes objetivos se puede emprender en las escuelas y los lugares que se ocupan de la educación lingüística, con pequeños pasos diarios: es decir, construyendo, con las propuestas educativas cotidianas, contextos escolares cooperativos y utilizando herramientas de trabajo apropiadas.

 

2. QUÉ ESCUELA PARA EDUCAR LA PALABRA

 

Una escuela de escucha y diálogo.

 

Una clase donde se vive la cooperación y la democracia no puede ser una clase en la que se aplique la regla del silencio, en la que se ignoren las razones de las diferencias propias y de los demás, en la que no se comparen los diferentes itinerarios del pensamiento. Por lo tanto, consideramos fundamental reconocer y garantizar a todos los escolares el derecho de hablar y, recíprocamente, el derecho de escuchar. El diálogo y la comparación permiten el conocimiento mutuo que genera confianza y son la base de la construcción de los saberes. 

 
La comunicación oral es un aspecto fundamental de la educación lingüística: no solo es un requisito previo indispensable para adquirir competencia en el lenguaje escrito, sino también una competencia fundamental en sí misma, que debe ser atendida en todas los órdenes escolares. Narrar, discutir, exponer los pensamientos, discutir, hablar en público, hablar en la asamblea, compartir experiencias y emociones son esenciales en la escuela cooperativa, ya que son fundamentales en la vida social.

En cada camino del conocimiento, la discusión apoya la articulación del pensamiento, estimula los procesos mentales, nos permite interrogar la realidad descubriendo diferentes aspectos y construyendo redes de significados que estructuran el conocimiento, configurando la necesidad de hacer preguntas y buscar respuestas.

 
También creemos que la capacitación en diálogo y la argumentación rigurosa son esenciales para la capacidad de evaluar y elegir, requisitos previos para la participación democrática.

 
Una escuela de la narración.

 
Narrar es una actividad relacional, la comunidad está compuesta de las historias que comparte. Estas son las historias que dan espacio a una pluralidad de voces, ideas, formas de ser y vivir que nos caracterizan todos como humanos. La narración permite componer la naturaleza fragmentaria de las experiencias en una unidad legible sin perder su riqueza.

Ser capaz de contar, en cualquier forma, empodera a las personas, las convierte en protagonistas y, al mismo tiempo, las acerca a los demás. Escuchar historias crea relaciones y abre a otros mundos y a otras experiencias.

El relato conlleva la experiencia de escuchar que suele estar en relación con pensar en silencio.

 
Todas las narraciones pueden tener cabida en la escuela: tanto las literarias y los mitos clásicos, como las narraciones que cada uno puede ofrecer para ser escuchadas o descubrir en cualquier lectura. La narrativa que ofrece contenidos útiles para la vida cotidiana es fundamental, ayuda al conocimiento mutuo y fortalece la identidad del grupo, revelando cómo cada persona es diferente y única y al mismo tiempo similar a todas las demás, compartiendo una humanidad común.

 
Una escuela donde se usa el lenguaje para comunicar.

 
El habla y la escritura son medios poderosos que unen a los humanos.

Creemos en una escuela donde la palabra y la escritura se usan para comunicar, donde la palabra tiene espacio y los escritos son fomentados y aceptados. El largo viaje hacia la capacidad de usar palabras cada vez más efectivas no puede dejar de prever el error, paso inevitable en cualquier camino de aprendizaje, y el error no debe ser enfatizado, sancionado, criminalizado, alejando al estudiante de la búsqueda del placer de comunicar con palabras.

La pedagogía Freinet y la práctica de MCE nos ofrecen algunas técnicas de vida que también tienen un significado simbólico: el texto libre, la correspondencia, el periódico escolar, la escritura colectiva, la corrección colectiva, el libro de vida de la clase. Más allá de las mil formas diferentes en que pueden realizarse y actualizarse, estas técnicas indican un camino a seguir: dar espacio a la palabra utilizada para la expresión y la comunicación, en situaciones reales, en situaciones de la vida. No debemos olvidar que las palabras, nacidas de la negociación en el seno de grupos de humanos para intercambiar pensamientos, pueden ser aprendidas solo por medio de intercambios y comparación.

 
Una escuela que acoge los diferentes idiomas y las diferentes habilidades lingüísticas presentes.

 
Creemos que en este momento en el que los contextos sociales y escolares se caracterizan por la presencia de diferentes culturas e idiomas, diferentes métodos de comunicación, diferentes habilidades, educar la palabra significa educar en el respeto a todos los idiomas y a las diferentes habilidades presentes en la clase.

Toda persona que llega a una situación escolar, a cualquier edad, es lingüísticamente competente en la lengua materna, el lenguaje que nos da forma, que connota nuestra vida psicológica, nuestros recuerdos, asociaciones, esquemas mentales. El respeto y la protección de todas las variedades lingüísticas, ya sean diferentes idiomas o diferentes usos del mismo idioma, significa que ningún idioma se convierte en un gueto, una jaula que separa, un obstáculo para la igualdad.

 

Una responsabilidad importante de la escuela también es aceptar la diferencia de aquellos que tienen una competencia lingüística inferior a la media. Sabemos en qué medida la falta de competencia lingüística puede afectar el camino escolar de manera significativa, creando profundos inconvenientes. También sabemos cómo la competencia lingüística está vinculada, en todos los casos, a las condiciones físicas, a la familia y al entorno social de origen.

El resultado debe ser el compromiso, por un lado, de tomar decisiones, en el campo metodológico y didáctico, que ayuden a todos a mejorar las habilidades de comunicación y, por otro lado, rechazar tanto una evaluación sumativa basada en la presunta medición de los resultados estándar a través de pruebas presuntamente objetivas.

En cambio, creemos en la posibilidad de promover el crecimiento de las habilidades lingüísticas para todos dentro de un contexto de trabajo cooperativo.

 

Creemos que fomentar la expresión y el intercambio lingüístico puede ayudar a todo el mundo a emprender con éxito el camino de la educación de la palabra y ayudar a mitigar la marginación que genera sufrimiento en aquellos que no tienen las herramientas suficientes al comienzo. También creemos en el aumento de oportunidades que se produce en una escuela donde hay una pluralidad de idiomas verbales y no verbales y se experimenta 'contaminación' entre diferentes idiomas e lenguas. La conciencia de las estructuras del propio idioma surge más fácilmente de la comparación entre diferentes idiomas y ayuda a descubrir el potencial y las limitaciones de lenguaje personal.

 

Creemos en una escuela que dé legitimidad a la diversidad y a las diferencias al permitir que todos se expresen, se comuniquen, mejoren en competencia lingüística y cobren conciencia de ser ciudadanos activos y capaces de producir cultura y belleza.

 

 

 

Una escuela que considera cada idioma como un cuerpo vivo y un posible objeto de investigación.

 

Consideramos el lenguaje no como un objeto estático, un modelo que hay que conocer, sino como una realidad compleja y cambiante con la cual y en la cual vivimos, y que nos da forma. Es el hogar común que los seres humanos construyen y adaptan continuamente a sus necesidades. Ofrecemos enseñanza de idiomas que no solo se centren en aprender el código y un modelo considerado inmutable, sino abierto a la investigación.

La complejidad del lenguaje no puede abordarse de manera efectiva con la enseñanza lineal (a partir de elementos individuales - signos, palabras, oraciones, ..- en forma aditiva, de lo fácil a lo difícil). El lenguaje debe ser explorado para obtener más información sobre sus múltiples aspectos: oralidad, pragmática de la comunicación, semántica, estructuras lingüísticas de frases y textos, conexiones lógicas establecidas por ciertas palabras..., centrándose en la comprensión como construcción del significado.

Consideramos inadecuada una enseñanza que enfatiza la gramática como una enseñanza de reglas y definiciones separadas de los textos, aprendida por medio de ejercicios mecánicos poco funcionales, así como conocer la anatomía de las piernas no nos hace más rápidos en la carrera. 

En cambio, consideramos fundamental trabajar en textos y significados, para estimular la discusión sobre los significados atribuidos a las palabras y expresiones, a la estructura de los textos, etc.

 

Una escuela que acompaña cuidadosamente el primer aprendizaje del idioma escrito.

 

El encuentro con el lenguaje escrito, uno de los encuentros fundamentales de la vida, es un momento importante en el que niños y niñas entran en un nuevo mundo comunicativo, muy diferente al de la oralidad, y encuentran un nuevo y poderoso medio del cual pueden apreciar el potencial: la escritura permite dejar una señal duradera y comunicar superando distancias espaciales y temporales, la lectura puede abrir mundos distantes, increíbles, emocionantes, logrados gracias al descubrimiento de un nuevo y maravilloso poder de las palabras.

La actividad espontánea de investigación y exploración del código comienza, para todos y de diferentes maneras para cada uno, mucho antes de la escuela, y continúa durante mucho tiempo. Por eso un método natural es el enfoque más correcto: un ‘método- no método’ que proporcione no una 'enseñanza' para etapas iguales sucesivas para todos, sino un acompañamiento dentro de un contexto rico en estímulos que respete y favorezca los caminos individuales y permita, al mismo tiempo, tejerlos y hacerlos interactuar en el grupo.

 
Una escuela en la que se encuentran los libros y se descubre la belleza de las palabras.

 
Nuestra educación en el habla carecería de profundidad si no intentara ofrecer oportunidades y desarrollar estrategias para acercar a los niños a los libros, al conocimiento y la belleza contenidos en los libros.

En la escuela deben encontrarse libros para el conocimiento, que abran mundos, que ofrezcan muchos puntos de vista diferentes sobre la realidad, que despierten un renovado deseo de conocer, iluminando y haciendo que nuestra propia experiencia personal del mundo sea más significativa.

Los libros que se leen por simple placer, para disfrutar de la riqueza ofrecida, en todas las culturas,  las obras de ficción y poesía, poderosos evocadores de imágenes, experiencias, emociones, pensamientos,... deben estar en cada escuela.

Poner libros reales y atractivos en manos de los niños, propiciar este encuentro fundamental es la primera y esencial tarea de la escuela.

 
 
 
ESTE MANIFIESTO

 
Esperamos que este Manifiesto ayude a muchos maestros, que ya operan o tienen la intención de operar de acuerdo con los criterios que proponemos, a reconocerse a sí mismos como parte de un gran desafío educativo en el camino hacia una escuela mejor, inclusiva, democrática y hacia una sociedad menos injusta.

No debe olvidarse cuán importante es la presencia o ausencia de ofertas culturales, de espacios públicos para la sociabilidad, de bibliotecas, de apoyo para las actividades de las escuelas y de todos los lugares donde se aprende la lengua.

 
Finalmente, no podemos dejar de reconocer la importancia para los maestros/as de tener un contexto de trabajo en el que no se sienta aislado en su rol, abrumado por la necesidad de enfrentar siempre nuevos problemas y tareas burocráticas.

Creemos que frente a disposiciones que no respetan los derechos del niño (el derecho a la expresión, a ser consultado, a no ser discriminado, a participar), es legítimo responder con acciones de desobediencia civil. 

 
Movimiento de Cooperación Educativa

 
 
Para información y propuestas:

vretynerina@yahoo.it