Enviado por Wanda Gruenwald el Vie, 06/04/2012 - 12:04

 

 
LA EDUCACIÓN EN LA II REPÚBLICA

 

La educación fue la piedra angular de todas las reformas emprendidas, había que implantar un Estado democrático y se necesitaba un pueblo alfabetizado. La República consideró la educación como la base sobre la que levantar un país pobre y analfabeto.

El compromiso de una generación de maestros, maestras e intelectuales fue total con ese objetivo republicano de cultura y escuela para todos, sin discriminaciones sociales, económicas o de sexo. Por eso, se convirtieron en «defensa y escudo de la República».

Lo pagarían muy caro; con la depuración, la cárcel, el exilio o con la vida.

 

Para la erradicación del analfabetismo, la elevación del nivel de instrucción de la población y la compensación de las desigualdades, más acusadas en el medio rural, se puso en marcha el ambicioso proyecto de extensión cultural de las “Misiones Pedagógicas”.

 

Pero antes que educar, la República se vio obligada a dar de comer a los niños. Incluso a vestirlos. Se crearon cantinas y roperos escolares y cobraron fuerza las Colonias Escolares que ya antes había puesto en marcha Bartolomé Cossío. Los niños viajaban al mar o a la montaña. Hacían deporte, se divertían. Pero, sobre todo, comían.

 

La República se propuso llenar las escuelas con las maestras y los maestros mejor preparados. Pero los docentes de la época tenían una formación casi tan exigua como su salario por lo que se elaboró un Plan Profesional para el profesorado. Por primera y única vez en la Historia de España, los requisitos para cursar los estudios de Magisterio fueron superiores a los exigidos para matricularse en otras carreras universitarias. La carrera de Magisterio, elevada a categoría universitaria, dignificó la figura del docente.

El sueldo miserable de los voluntariosos maestros que ya ejercían, subió a 3.000 pesetas, al tiempo que se organizaban cursos de reciclaje didáctico. En aquellas Semanas Pedagógicas recibían asesoramiento de los inspectores, para remozar su formación.

 

La renovación pedagógica se nutrió entonces del espíritu de la Institución Libre de Enseñanza y de los previos postulados krausistas, de las aportaciones de movimientos pedagógicos como la Escuela Nueva y la Escuela Moderna, y de las ideas de los reformadores de la educación europea de principios del pasado siglo.

 

LA ESCUELA MODERNA EN ESPAÑA

 

En 1901 Ferrer i Guardia fundó en Barcelona la primera “escuela moderna”, a la vuelta de su exilio en París tras la represión desatada en 1886, con el intento fallido de instaurar la República. En esta escuela laica, se impulsó una pedagogía racional, con un alumnado mixto, y se abolieron prácticas retrógradas, como el sistema tradicional de castigos.

 

El proyecto creció rápidamente. En 1906 había 36 escuelas directa o indirectamente relacionadas con la Escuela Moderna o sus libros de texto, a partir de los cuales estudiaban alrededor de 1.000 alumnos.

 

En 1906 uno de los profesores de la Escuela Moderna, Mateo Morral, fue implicado en el atentado frustrado a Alfonso XIII. Consiguieron clausurarla, y abrir un proceso a Ferrer i Guardia, del que con el tiempo fue declarado inocente. Tras el juicio volvió de nuevo a París, y fundó la Liga Internacional para la Educación Racional, editando material y obras de gran influencia. Muchos de sus artículos eran publicados en la prensa internacional. En Bruselas, el periódico L’Éducation Renouvée, se convirtió en un órgano de expresión y agitación. Fue en esos momentos cuando intensificó su trabajo para refundar y perfilar los cimientos de “La Escuela Moderna”.

 

Después de unos años, Ferrer i Guardia regresó a Barcelona de nuevo y vivió allí hasta que fue detenido en 1909 acusado de haber sido el instigador de la rebelión obrera y popular contra la Guerra de Marruecos, conocida como la “Semana trágica”. El 9 de octubre se constituyó el consejo de guerra para juzgarlo y lo condenaron a muerte.

 

Fue fusilado el 13 de octubre del mismo año, junto con cuatro personas más, tras un consejo de guerra celebrado en medio de una gran tensión política. La leyenda dice que ante el pelotón de fusilamiento Ferrer gritó: "Soy inocente. ¡Viva la Escuela Moderna!".

En 1929, algunos maestros de Lleida se reunían los jueves y domingos por la tarde, en el Café Express, para intercambiar opiniones y pasar un rato relajados y en buena camaradería. Los temas de conversación solían ser, las más de las veces, triviales y jocosos, pero la incorporación a las tertulias de algunos maestros con conciencia social y con ganas de mejorar las condiciones materiales de sus escuelas y alumnado, hizo que el grupo adquiriese un compromiso social y pedagógico, creando el grupo Batec.

Batec es una palabra catalana que significa “latido” y este fue el nombre de la asociación de maestros y maestras en Lleida, durante la dictadura de Primo de Rivera, base de una auténtica revolución pedagógica.

Los componentes del “Grupo Batec” no se contentan con actuar en la escuela, sabían que necesitaban la colaboración de toda la comunidad; por esto iban de pueblo en pueblo, planteando los trascendentales problemas de la escuela y de la infancia. Cada mes se reunían en un pueblo distinto, residencia de algunos de sus colaboradores. Después de la reunión en la que se discutían temas de organización escolar, celebraban un mitin de divulgación pedagógica, abierto a todo el pueblo.

El grupo “Batec” conoció las técnicas de la Escuela Moderna por el profesor Jesús Sanz, de la Normal de Lérida. Becado en 1929 para formarse en el Instituto Jean Jacques Rousseau de Ginebra, tuvo noticia de estas técnicas por boca de Adolphe Ferrière, de Celestin Freinet y de la CEL. Cuando regresó a España con material educativo diverso, facilitado por el grupo francés, se puso en contacto con el Inspector de Primera Enseñanza Herminio Almendros, además de con algunos alumnos de la Normal y con maestros, que él intuía que participarían de la novedad, casi todos integrantes del grupo “Batec”.

 

De entre los maestros integrantes del grupo “Batec”, José de Tapia y Patricio Redondo fueron los primeros en conocer, a través de Herminio Almendros, la utilización de la imprenta escolar y en adquirir las pequeñas prensas de madera, informando después a los colegas de la nueva experiencia educativa. Al poco tiempo, maestras y maestros de escuelas rurales de pueblos vecinos, visitaron las escuelas de Tapia y Redondo. Todos los visitantes estaban asombrados y entusiasmados con el trabajo realizado con la imprenta escolar. Las hojas que salían de la prensa de madera eran expresión sincera y espontánea de la vida infantil, obra del propio alumnado. La vida se introducía en la escuela, de forma sencilla y con sentido común.

 

Ante tal descubrimiento, Herminio Almendros escribió inmediatamente a Freinet para solicitar una nueva prensa escolar y recabar más información y así poder perfeccionar la recién descubierta técnica. Y pronto surgió la idea de constituir una cooperativa, tomando como punto de referencia a la CEL, para la realización de nuevos materiales educativos, intercambiar experiencias y organizar el naciente Movimiento Freinetiano español, que rápidamente conectó con el grupo francés para hacerse con un material que facilite ocupación al alumnado y orientación del trabajo al profesorado.

 

Sin prisa pero sin pausa, las técnicas Freinet se difundieron por toda España, y la Cooperativa española de la Técnica Freinet se fue nutriendo de nuevos docentes simpatizantes de la innovación educativa. Surgieron numerosos cuadernos escolares, y,

al poco tiempo, se organizaron los primeros intercambios escolares, ya que se percataron de la indudable ventaja de contribuir al interés y a la vida del trabajo escolar y de trascender en amplios motivos sociales que dichos intercambios suponían.

Este grupo de educadores eran conscientes de la necesidad de colaboración y contactos para defender y conseguir una auténtica escuela del pueblo. Así lo hizo saber Celestin

Freinet en dos conferencias, celebradas en julio de 1933 en la Escola d´Estiu de L´Escola Normal de la Generalitat de Catalunya, tituladas “Una técnica nueva de la

escuela activa” y “El cooperativismo al servicio de la escuela”. Los años de 1932 a 1934 fueron fecundos para la difusión de las Técnicas Freinet.

Aparecieron varias publicaciones en la “Revista de Pedagogía”, que dirigía Herminio Almendros y Ramón Costa i Jou se encargaba de la redacción, en las que se ponía de manifiesto la bondad de las prácticas de la Escuela Moderna.

 

El libro “La imprenta en la Escuela. La técnica Freinet” tuvo una espectacular acogida entre quienes trabajaban en la enseñanza y se difundió rápida y eficazmente por el territorio español, fue el primer documento importante publicado en castellano sobre esta innovación educativa y surgió ante la necesidad manifiesta de conocer los postulados que orientaban la utilización de las nuevas técnicas.

 

Durante el verano de 1934, tuvo lugar el I Congreso de la Imprenta en la Escuela en Lérida, donde se tomaron varios e importantísimos acuerdos, aunque la atención de los congresistas fue para la exposición de materiales y cuadernos de trabajo.

En ese mismo Congreso, se puso de manifiesto que las y los cooperativistas formaban ya una legión de educadores convencidos del fracaso de la escuela tradicional, los cuales se disponen a mancomunar sus esfuerzos, en un amplio espíritu de colaboración, a fin de lograr la escuela que responda a los ideales y necesidades de la Humanidad en los tiempos actuales; saben que van a hallar la senda sembrada de punzantes guijarros, pero tienen conciencia de su misión y la cumplirán.

Ese mismo año, Herminio Almendros, Patricio Redondo y José de Tapia asistieron al Congreso celebrado en Montpelier (Francia), donde captaron el dinamismo de Celestin Freinet y sus seguidores.

 

En marzo de 1935, después de un año de trabajo, investigaciones y experiencias, vio la luz el primer número del boletín “Colaboración, la Imprenta en la Escuela”. En él se dio noticia de los materiales y los precios a los que, en ese momento, los podía suministrar la Cooperativa y del VIII Congreso de la Imprenta en la Escuela realizado por la CEL. Asimismo, se dieron a conocer los cuadernos de trabajo publicados por los colaboradores y los propósitos de la Cooperativa, que quedaron bien delimitados y establecidos.

 

El Movimiento Freinet español contó, en poco tiempo, con nuevas escuelas que participaron de las técnicas de la Escuela Moderna. En abril de 1935 fueron publicados 16 nuevos cuadernos de trabajo. Y en el número del boletín de julio de ese mismo año, apareció anunciado el II Congreso de la Imprenta en la Escuela (y Asamblea General de la Cooperativa española de la Técnica Freinet), que se celebraría en Huesca durante los días 20 y 21 de julio de 1935, y la lista general de accionistas, que ascendía a 51 miembros.

 

La Cooperativa española de la Técnica Freinet se estableció formal y legalmente durante la celebración del citado Congreso de Huesca, donde, además, se tomaron acuerdos de suma importancia. Un aspecto esencial del Congreso fueron las exposiciones, montadas con los cuadernos escolares realizados por los alumnos, prensas escolares y demás materiales de impresión. De estas exposiciones destacaron las realizadas por la escuela de Casal del Palomero (Las Hurdes, Cáceres), por la escuela de

Caminomorisco (Las Hurdes, Cáceres) y por la escuela de Bañuelos de Bureba (Burgos), tanto por el contenido como por la calidad de los trabajos.

 

La Cooperativa estaba ya funcionando. Las maestras y los maestros estaban organizados y se beneficiaban, mediante la colaboración, la comunicación y la cooperación —aspectos definitorios del funcionamiento de la Cooperativa—, de las aportaciones que realizaban unas y otros. Se había tomado conciencia de la importancia y de la revolución pedagógica que supuso la imprenta en la escuela, y, a la par, se había captado la esencia del pensamiento educativo de Freinet, así como los peligros que encerraba una mala utilización de la imprenta.

 

Durante esos años, hasta 1936, se realizó una intensa labor de difusión y, al mismo tiempo, se llevó a cabo una fructífera labor de investigación para el desarrollo y perfeccionamiento de las técnicas escolares: se idearon nuevas prensas, más fáciles de usar y con mayor calidad en los trabajos, se perfeccionó la técnica del linograbado, Modesto Clavé Huguet ideó un microscopio que podía ser construido por el alumnado; y se realizaron importantes avances en la didáctica de la lengua y del dibujo, al tiempo que se ponían de manifiesto los valores que encierran cada una de las actividades.

 

Tenían un futuro prometedor, pero el mes de abril de 1936 fue el comienzo del fin de la Cooperativa. En ese mismo mes, murió Jesús Sanz, uno de los grandes impulsores del movimiento, y aún quedaba un importante trabajo por hacer; como la reglamentación de los intercambios escolares que seguía vigente, básicamente tal como se había acordado en el Congreso de Huesca, aunque con discrepancias entre algunos miembros de la Cooperativa; la realización del fichero escolar general que, a pesar del esfuerzo y del trabajo realizado, sólo contaba con 23 fichas; la formación de cooperativas escolares, a las que se les dio gran importancia, debido al alto valor educativo y organizativo que éstas tenían; la publicación de cuadernos escolares, con un total de 16 nuevos libros de vida, provenientes, en su mayoría, de escuelas catalanas; y la introducción del cine y de la radio en las escuelas. Tres meses más tarde, las ilusiones y expectativas del Movimiento Freinet español se truncaron, casi definitivamente, como se habían truncado antes los proyectos de Ferrer i Guardia. Había comenzado la guerra civil.

 

En los primeros momentos de la contienda, las maestras y los maestros freinetianos, a pesar de las amenazas del nuevo Régimen, no “tiraron la toalla”. Mantuvieron la ilusión de luchar por una mejor educación y la esperanza de que algún día conseguirían una mejor sociedad. Se enfrentaron a las adversidades sin más armas que los grandes ideales de libertad, cooperación y fraternidad, una profunda fe en el poder de la palabra y de la escuela, esgrimiendo unas “poderosas técnicas”, capaces de “regenerar” la sociedad y de devolver al ser humano su condición de tal. Continuaron con la labor educativa con más fuerza e ímpetu, si cabe, que hasta entonces. Prueba de ello fue que, durante los inciertos días de la Guerra Civil, se abrió, en octubre de 1936, una escuela Freinet en el Tibidabo de Barcelona, donde trabajaron María Nogués Vidiella y Juan Benemelli Navarro —en ellos pudo más el amor a la educación que el miedo suscitado por la contienda— y se realizaron nuevos cuadernos escolares; José de Tapia, a la par que apoyaba a las fuerzas republicanas de forma activa, se encargó de la dirección del Patronato Escolar de Barcelona; se publicaron dos nuevas fichas de trabajo para el fichero escolar general; se consiguió, de nuevo, la colaboración de Célestin Freinet en el boletín de la Cooperativa; surgieron nuevos simpatizantes y defensores del uso de la imprenta escolar; se continuó con el análisis de la situación en la que se encontraba la Educación Primaria, para mejorarla; y se preparó el III Congreso de la Imprenta en la Escuela, anunciado en el número de junio-julio de 1936 del boletín “Colaboración, la Imprenta en la Escuela”, donde también se dio noticia de los 23 nuevos accionistas de la Cooperativa española de la Técnica Freinet.

 

Al citado Congreso, que se iba a celebrar en Manresa durante los días 20, 21 y 22 de julio de 1936, estaban invitados importantes representantes de la CEL, con la esperanza de que realizaran interesantes aportaciones a la práctica educativa del grupo español. Pero no pudo celebrarse. La vida se fue haciendo cada vez más difícil en la España republicana, tanto en el frente, donde tuvo lugar la guerra abierta, como en la escuela, donde se desarrolló la “sutil” guerra ideológica e intelectual. En el frente, poco a poco, las milicias republicanas y las brigadas internacionales fueron perdiendo terreno frente al ejército nacional. Y en la escuela, la labor del profesorado se vio impedida por el proceso depurador franquista que comenzó pronto. Entre agosto de 1936 y noviembre de 1937, se promulgó la legislación que reguló todo el proceso de depuración del magisterio, un ejemplo paradigmático de represión, necesaria para conseguir otra España.

 

De esta manera, la vanguardia en educación y todos los movimientos de renovación pedagógica existentes durante la República, y promocionados por ésta, fueron eliminados, de una manera u otra, para “dejar paso” a otro pensamiento pedagógico, basado en el patriotismo, en la moral cristiana y en la autarquía cultural.

La Cooperativa española de la Técnica Freinet no fue ajena a la represión que llevó a cabo el nuevo régimen totalitario. Así, quienes integraban del movimiento freinetiano español fueron, uno por uno, de una manera u otra, silenciados, desvirtuados y condenados al ostracismo, al exilio y al olvido, cuando no a la pena máxima.

 

EL EXILIO

 

Al reconocer la labor de toda una generación de maestras y maestros y ante la imposibilidad de nombrarlos a todos, personificamos nuestro homenaje en los maestros Patricio Redondo, José Tapia Bujalante, Ramón Costa i Jou y Herminio Almendros

 

PATRICIO REDONDO

 

¿Quién es Patricio Redondo?

 

Nos responde él mismo, en un manuscrito fechado el 26 de mayo de 1958, que conserva el Ateneo Español de México:

 

¿Dónde y Cuándo nací? ¿Cuántos años tengo? ¿Qué importa todo eso?

Desde el día 1 de enero del año de 1931, que a las 4 de la madrugada me detuvo, dando pruebas de su perra intención, la guardia civil española, por haber participado directamente en la acción de la noche del 12 de diciembre del año anterior, con propósitos de derrocar a la monarquía, no han hecho más que preguntarme:

¿De dónde es vd.? ¿Dónde nació? ¿Cuántos años tiene? ¿Cómo se llamaba su padre? ¿Y su madre?

Y durante el tiempo que nos tuvieron en Francia como animales de manada, tantas, tantísimas veces me preguntaron eso, por escrito cada vez que intentaba ver la manera de salir de aquella situación de animales de piara, para recobrar la normal de ser humano, que ya tales preguntas me producen náuseas.

¿Dónde nací? ¿Cuándo? ¿Cuántos años tengo? ¿Pelo negro o pelo blanco? todo eso, ¿Qué importa?

De un hombre lo que importa, lo que vale, lo que verdaderamente cuenta, es la obra y la conducta, aún cuando ésta pueda tener sus sinuosidades.

Y 18 años seguidos, vividos, bien vividos, día a día y minuto a minuto, sin una interrupción en San Andrés Tuxtla, pienso yo que me acreditan perfectamente. Y no porque el vivir en San Andrés Tuxtla sea una heroicidad, ni una virtud; sino porque el tiempo transcurrido en una misma línea de obra y de conducta, es suficiente para que hasta las piedras sepan y digan quién soy, lo que soy y como soy.

 

Nada de melena. Cuando llegué aquí no traía melena, sino pelo cortado con corte normal e intensamente negro. Melena la tuve en Francia, porque metido en un “refugio” estuve sin poder cortarme el pelo, ni afeitarme desde el 4 de febrero de 1939 hasta el 17 de abril del mismo año. Pero repito, esto no tiene significación ninguna, no prueba más que la estupidez y mediocridad del mundo que nos rodeaba, al que no hay por qué referirse.

Y nada de apóstol, ni de sacerdote, ni de bondad, y todas esas cosas conque se trata de halagar la pequeñita vanidad de los maestros y para que resignadamente sigan engañando a su penuria, por no decir a su hambre, porque efectivamente, hambre, lo que se llama hambre, —y los que la hemos padecido auténticamente, lo sabemos bien,— los Maestros, no la padecen, pero padecen otra cosa peor: desvalorización.

 

Desembarcamos en Coatzacoalcos —Puerto México— y conducidos por la J.A.R.E. 133 refugiados españoles procedentes del “viejo mundo” en el cual un mundo suyo se había derrumbado en una pequeña, pero cruenta guerra civil (guerra de bolsillo; ensayo para los grandes peleadores).

Yo no llegaba con angustias de ninguna clase; traía, eso sí, el sabor amargo, la amargura de haberme convencido, de visu, que el mundo que dejó, que nos obligó a perder la guerra, una de dos, o era un mundo perverso o un mundo mediocre.

Me inclinaba entonces, y me sigo inclinando ahora, a creer que era y es un mundo mediocre, a pesar de toda su tan cacareada ciencia.

Con los cuerpos vacíos”, pues yo no sé... no me atreveré a decir que llegaba con el cuerpo vacío de alimentos, sino que con lo que se nos alimentó fue con los alimentos más baratitos, que seguramente podrían encontrarse. Ahora con lo que respecta a mí, sí puedo afirmar que no llegaba con el alma vacía, sino que la traía repleta de —ya lo he dicho— curiosidad y de esperanza y de ilusiones. Mi estado de ánimo era el necesario para saber esperar mirando, con los ojos muy abiertos, los de la cara y los del alma.

Claro que me acompañaban dolencias y quebrantos físicos, pero eso no cuenta ni hay por qué hacer mención de ellos, son inherentes a la naturaleza humana y se pueden padecer en todas las situaciones, tanto las adversas como las bonancibles.

La mayoría eran trabajadores, obreros especializados de diversos oficios. y entre ellos algún intelectual.

 

La misma tarde, en seguida de llegar a San Andrés de Tuxla, después de afeitarme, visité la Escuela “Landero y Coss” —Cantonal— entrando en contacto con uno de los profesores de la misma —luego gran amigo, y hoy fallecido— el profesor de raza indígena Sr. Liborio Chigo.

Después nos acomodamos cada cual como pudo.

Al cabo de un par de días, fuí a parar con otros refugiados que me admitieron en su compañía a la calle “Matías Romero”, a las afueras de la población y mediante el abono de $30.00 mensuales que pagábamos entre todos los que nos instalamos en la casa Nº. 12.

Con tablas de cajones cada uno tuvo que improvisarse sus asientos. Naturalmente, yo me improvisé el mío, que me ha durado y yo he usado como palanganero hasta el año pasado. Ya no pudo aguantar más —17 años.

Frente a la casa hay como si fuera un bosquecillo. A la entrada del mismo me plantaba en mi improvisado asiento y me entretenía en garrapatear en el suelo con una de las varitas que cortaba de cualquiera de los árboles.

Esto llamó la atención de los chiquillos que por allí circulaban y se detenían a mirarme a mí y a mirar lo que hacía. Y esto me sirvió para entablar conversación con ellos; a explorar su sicología,... escolar y la no escolar. Así vinieron los alumnos eventuales —algunos se convirtieron en permanentes— y surgió el primer material; cubiertas de cajas de cerillas con los mapas de los estados y el nombre correspondiente, otras con cuadros famosos y con fotografías de pintores famosos también y al pie el nombre respectivo —material precioso para la lectura ideo visual (decrolyniana)—; corcholatas para cálculo, y de las varas adecuadas de los árboles de allí mismo, los punzones —las mejores plumas— para escribir, y de papel, el propio suelo... ¿para qué más?

En esta situación me preguntaron si podría hacerme cargo de las clases de Español y Literatura española en la Escuela Secundaria.

Desde el año 1938 funcionaba en esta población una “Escuela Secundaria por Cooperación” que no tenía mucha consistencia, y a la que, en realidad, nadie concedía mayor importancia.

Sin duda por esto alguien —más de una persona— me aconsejaron que no aceptara, diciéndome que no se pagaba o si se hacía era muy poco.

Total yo me entrevisté con el director de la misma y le comuniqué lo que se me había dicho, y me dijo que sí se pagaba; que, desde luego era una gratificación pequeña —$60.00 al mes— y que se empezaba a cobrar tarde, pero que se cobraba. Acepté. Y mediante la presentación de mis títulos académicos, fui propuesto y nombrado para desempeñar las clases de español y literatura española en la “Escuela Secundaria por Cooperación” donde empecé a actuar en febrero, —comienzo de curso— de 1941.

Paralelamente a esto y debido a cambios surgidos entre los refugiados que nos habíamos reunido para alquilar la casa de la calle de Matías Romero en el mes de marzo, del mismo año 41, nos cambiamos a una casita, de las que hay como escondidas en lo que pudiéramos llamar segundo cuadro de la ciudad, casi céntrica, que nos costaba $15.00 al mes y en la cual podía contar con una habitación de unos 5 a 6 metros de superficie, donde llegaron a reunirse hasta una docena de muchachos indígenas de una de las más próximas comunidades —Buenavista— que nos sentábamos en el suelo, y seguimos haciendo la labor de análoga manera a como había empezado frente a la casa de Matías Romero, pero ahora contábamos con una tabla pintada de negro —pizarrón— y gises que nos proporcionaban los maestros de la localidad o la inspección federal de educación de la zona.

Coincidiendo con esto, la Dirección General de Educación de la Secretaría del Gobierno Federal nos pidió que concretáramos la ayuda que necesitábamos para que la Escuela Experimental Freinet que estaba creando funcionara por cooperación. Lo hice. Pero de momento y en algunos años después no pasó nada.

Nuevas circunstancias especiales de los refugiados me llevaron a tomar por $10.00 mensuales una sala habitación en lugar más céntrico e implantar ya para algunos que podían hacerlo cuotas de cooperación —no colegiaturas— sino cuotas de cooperación, porque la escuela no sólo había de proporcionar la enseñanza, sino los elementos necesarios para proporcionarla.

Luego el año 43 ocupó la media casa, en la cual se encontraba la habitación que servía de escuela. y más tarde, el año 45 en marzo se instaló en el local que actualmente ocupa. dentro de él ha tenido que hacer dos ampliaciones más, una el año 47 y otra el año pasado —el 57— que bien puedo calificar de colaboraciones generosas y espontáneas del dueño de la casa, al ver en una sucesión ya larga de días y meses del valor pedagógico de la Escuela. 

Así como el año 47, llegaron, por fin, las ayudas oficiales.

Al finalizar mayo del 41, me pagaron en la escuela secundaria —hoy “Isaac Ochoterena”— los meses de enero, febrero, marzo, abril y mayo, del mismo, total $300.00 (trescientos pesos). Con ellos en el bolsillo mi viaje a México, no por Alvarado —entonces no había carretera— sino siguiendo el siguiente itinerario: San Andrés-Rodríguez Clara, por el ramal; Rodríguez Clara-Veracruz, por el Istmo y Veracruz-México, por el ferrocarril “Mexicano”, que entonces gozaba de prestigio y de preferencia sobre el interoceánico. Total dos días para llegar a la Capital de la República, yendo bien.

No; yo no gritaba... Efectivamente los españoles hablamos alto —no sabemos secretear— pero no gritaba. Y le recomiendo a propósito de esta condición de gritones que se atribuye a los españoles que lea lo que sobre tal cosa dice León Felipe.

Bien no gritaba, ni hablaba en tercera persona, sino siempre en segunda, pero buscando el modo de hacer conocer y mejor de conocer yo a través de las reacciones de los chamacos lo que de estos me interesaba conocer, y como podía yo llegar a ellos.

Estudié en Madrid, en la Normal de Madrid. Y mi título de Maestro procede de la Escuela Normal de Guadalajara (España).

También estudié en la Universidad de Madrid.

De esta Universidad procede mi título de bachiller, y de la misma Universidad, mi certificado de primer año de la Facultad de Ciencias. Ahora estudio en la Facultad de Pedagogía —de la Universidad Veracruzana—.

Ingresé en el Magisterio, quiero decir, empecé a ejercer la profesión oficialmente, en una Escuela rural de un pueblo de la Sierra de Urbión (España) de cuyo nombre no quiero acordarme ¿para qué? sin embargo allí fue donde nació mi afición apasionada vehementemente apasionada a la profesión. Tuve que separarme.

Y luego, en 1920, volví a ingresar en el Magisterio oficial, obteniendo por oposición la escuela de un pueblecito de la provincia de Lérida. Luego por el año 1932, mediante oposición, fui designado director de la escuela nacional graduada de Villanueva y Geltrú, población de más de 20 000 habitantes de la provincia de Barcelona —en España todas las escuelas oficiales llevan la denominación de Escuela Nacional— Poco tiempo después esta Escuela Graduada de Villanueva y Geltrú fue declarada Escuela de Ensayo de la Técnica Freinet.

Y más tarde, fui designado Inspector Maestro.

Tomé parte directa en el levantamiento contra la monarquía del 12 de diciembre del año 1930; lo que me valió naturalmente, encarcelamiento y proceso que no llegó a condena porque el 14 de abril del 1931 se proclamó la República —la República que tan mal sentó al mundo mediocre que nos rodeaba.

No tomé parte ni directa, ni indirectamente en el movimiento revolucionario de 1934, pero se me detuvo para que no pudiera asistir al congreso de técnica Freinet —Cooperativa española— que se celebraba en Huesca, cabeza del movimiento de diciembre de 1930, el 21 de julio de 1935. No pudo probárseme nada y, naturalmente se me absolvió... cuando ya había pasado con creces el congreso.

Más tarde desempeñé el cargo —1936-37— de Secretario General del Consejo Nacional de Asistencia social, del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social del primer gobierno de guerra, cargo que dejé en mayo de 1937 para volver a mi Escuela. Entonces me convencí de que yo no servía ni podía hacer otra cosa que no fuera labor escolar.

Célestin Freinet dio unas conferencias en la Universidad de Barcelona en el verano de 1932, pero a estas conferencias fue ya la “Cooperativa española de la Técnica Freinet” la que se encargó de presentarlo.

La Cooperativa española de la Técnica Freinet, se fundó el 1 de octubre —día del Maestro— del año 1931.

Y surgió así: Un Maestro de la Escuela Normal de Lérida, regresó, creo, que en el verano de 1931 de Francia y se nos presentó con una prensa a “volet” de madera y, sin ningún aparato formal, en una simple charla de café nos informó de lo que era y significaba la “Técnica Freinet”; nos dijo quien era Freinet, como realizaba su labor en una escuela rural de un pueblecito francés, como había formado la Cooperativa Francesa, etc., etc. y unos cuantos Maestros que creímos ver la verdadera liberación del Maestro y del Niño, nos pusimos inmediatamente a nuestras Escuelas, y desde los primeros intentos nos convencimos de que, al fin, habíamos dado con la VERDAD PEDAGÓGICA y nos apresuramos a formar, como llevo dicho, la Cooperativa Española de la Técnica Freinet en octubre de 1932.

En seguida vinieron los intercambios escolares, los congresos, y en fin la vitalización auténtica de nuestras Escuelas.

Por eso, cuando en junio de 1940 salí de Burdeos con destino a América, llevaba en mi mente fija, clavada la idea de que fuera el que fuera el país donde llegara, dar en él a conocer, fueran los que fueran los obstáculos que a ello se opusieran, las TÉCNICAS FREINET.

Es todo.

 

JOSÉ DE TAPIA BUJALANCE

 

Fue el primer maestro español que empleó la imprenta en su trabajo con los niños, basado en la técnica probada por Freinet.

Este maestro singular, como lo caracteriza Fernando Jiménez Mier Terán, Profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México, “ José de Tapia es un auténtico obrero de la educación, diseñando proyectos y ejecutándolos a pie de obra. Durante nada menos que 75 años de su larga y fructífera trayectoria vital, primero en España y más tarde en México, mantuvo una excitante actividad educativa en escuelas primarias, rurales y graduadas, públicas y privadas, en ambientes urbanos e indígenas, formando maestros competentes, alfabetizando, fomentando campañas culturales, practicando una pedagogía activa y liberadora, dando a los padres sabias y copiosas orientaciones educativas”.

En 1964 funda en México junto a su mujer, Graciela González, la escuela "Manuel Bartolomé Cossío". Le dan este nombre en reconocimiento del Pedagogo Manuel Bartolomé Cossío que fue el principal artífice de las Misiones Pedagógicas; misiones ambulantes creadas para llevar la cultura y el progreso a los habitantes de las pequeñas localidades rurales. José de Tapia participó en varias misiones en los años 1932 y 1933 en las provincias de Lérida y Huesca.

 

Su compañera, Graciela González nos recuerda algunos aspectos importante de su vida y de su obra:

 

Tapia, nacido también en el año 1896, como Freinet, había concluido sus estudios de normalista en Córdo­ba, su ciudad natal, en 1913. Por el año 1929 era el maestro de Montoliú, un pueblo leridano de 500 habitantes a 8 km. de la capital. Él, al igual que otros maestros de pueblos vecinos, era hombre de una sola pieza, muy comprometido con su comunidad, y con una vocación de maestro excep­cional.

Una vez a la quincena, o al mes, solían reunirse todos para ver traba­jar al maestro del lugar, y criticar entre todos su trabajo, una vez en Montoliú, otra vez en Pugiber, rodan­do por los pueblos donde laboraban los integrantes del grupo. Se com­prenderá que con esta rutina de mejoramiento docente, no quedaba más remedio que ser un gran maes­tro. Además, después de la crítica y de la comida, entre todos os maes­tros del grupo realizaban mítines haciendo un llamado a los pueblos para comprometerlos con la educa­ción.

Herminio Almendros era el ins­pector escolar de la región, y estima­ba la labor que estos maestros reali­zaban, más que todas, la de José de Tapia.

Almen­dros trajo de Francia una prensa de Freinet, para escribir un libro sobre la imprenta en la escuela, pundonoroso como era, no quiso escribir sobre esta técnica sin haberla experimentado primero, y pidió a Tapia que hiciera algunos ensayos con los niños para comprobar los resulta­dos. Fue así como Tapia se convirtió en el introductor de la técnica Freinet en España, y quedó fascinado con la experiencia por el interés y deseo de participar que suscitó en los niños, por la motivación tan auténtica que representaba imprimir los textos infantiles.

Evidentemente, Tapia hizo partíci­pe a su grupo de las bondades de la técnica, fundamentalmente a Patricio Redondo, el maestro de Pugiber y pronto crearon, junto con Almen­dros, la Cooperativa Española de la Técnica Freinet, para difundir esta nueva forma de expresión escolar por toda la región catalana.

Años después la guerra civil aca­baría con los brotes de esta pedagogía en España. El exilio español los lleva­ría a México, donde la técnica se desarrollaría de nuevo a través del trabajo de algunos de aquellos esfor­zados maestros.

Tapia no llegó a México con los exiliados del 39. Tuvo que pasar pri­mero por los campos de concentra­ción de Argeles, Barcares y Saint­Cyprien. Luego, como leñador y car­bonero en zona alemana, y de guerri­llero durante la Resistencia. Al térmi­no de la Segunda Guerra Mundial, Francia quedó liberada de los nazis. Tapia volvió al trabajo remunerado. ¿Cómo maestro? No, qué va... Como hornero, maletero, barrendero, bru­ñidor... Finalmente supo que Patricio Redondo, su gran amigo, logró esta­blecerse en México y creó la Escuela Experimental Freinet de San Andrés Tuxtla, en tierra veracruzana. Comenzó el carteo, cargado de recuerdos y nostalgias. Por el año de 1948, Tapia le propuso ir a México y él aceptó.

Patricio se puso a trabajar de inmediato y a poco logró la entrada de Tapia al país, con dos de los suyos, como visitante, y con la obligación de radicar junto a él, quien, a su vez, res­pondería por los Tapia frente al gobierno de México. Fue hasta enton­ces que Tapia pudo volver a trabajar con niños. Atendía la clase de ciencias naturales en toda la escuela, y conta­ba con los alrededores del pueblo, más la flora y la fauna de la región de Los Tuxtlas, para sus clases paseo. ¡Jamás antes estudió con los niños un tigrillo! Hizo planes con Patricio para ampliar la escuela, abrir tal vez un internado para recibir chicos de la región, involucrarse los dos en una obra... pero nada de eso fue posible. Dificultades de toda índole, funda­mentalmente económicas, echaron por tierra el proyecto.

Al poco tiempo, ya con calidad de inmigrante. Tapia y su familia optaron por dejar San Andrés Tuxtla y radicar en la ciudad de México.

Por el año de 1955 Tapia conoció a los antropólogos Ricardo e Isabel Pozas, quienes trabajaban con el Insti­tuto Nacional Indigenista. El problema que enfrentaban los Pozas era la cas­tellanización de los indígenas mazate­cos de Temazcal, conforme a los métodos tradicionales del Instituto: alfabetizar en la propia lengua y caste­llanizar después. Y la dificultad era enorme porque, como el chino, el idioma mazateco es tonal. Según el tono con que se pronuncien, cambia el significado de las palabras, ¡y los tonos son cinco!

El Instituto decidió proceder de otro modo con los mazatecos, máxi­me que era imperativa la pronta cas­tellanización, ya que serian moviliza­dos de sus pueblos de origen, pues quedarían inundados al concluirse los trabajos de la presa que se construía en la cuenca del río Papaloapan.

Tapia propuso la técnica Freinet para la alfabetización directa. Con tal de imprimir sus textos libres, los pequeños mazatecos asimilaban rápi­damente el español. Se pasaban buena parte del día con los promotores bilingües que fungían como maestros bajo la dirección de Tapia preguntan­do palabras y palabras y palabras, para poder imprimir en español sus pro­pios pensamientos y experiencias. De este modo, la castellanización era deseada más que impuesta. En una ocasión un chico escribió: “Estoy muy triste porque mi papá se fue de la casa y nos abandonó a mi mamá, a mis hermanos y a mí”.

A los pocos días, se presentó el padre del chico en la escuela. ¿Con qué derecho -le preguntó a Tapia- la escuela interviene así en mi vida pri­vada?

Tapia contestó que era al contra­rio, el niño metía a su familia y su vida privada en la escuela a través de un texto. Después hablaron de la preo­cupación del chico y de la angustia que manifestaba. Lo convenció de que se ocupara de los hijos en vez de eno­jarse con la escuela. Hablaron mucho, el padre se fue tranquilo y agradecido. Al tiempo supo Tapia que las cosas habían cambiado en esa casa, incluso que el padre había regresado. Como para reflexionar sobre el alcance que puede llegar a tener un texto libre...

Terminados los trabajos de la cuenca del río Papaloapan, se reubica­ron los pueblos fuera de lo que sería el vaso de la presa y se abrieron las compuertas.

Los pueblos mazatecos, tales como Pescaditos de Arriba y Pescadi­tos de Enmedio, entre otros, fueron cubiertos por el agua. Algunos, como Soyaltepec, quedaron fuera del nivel de la presa y se convirtieron en islas. Allá regresaron sus moradores. Otros indios mazatecos quedaron irremediablemente fuera, lejos y con tierras no tan buenas como las que perdían. El proyecto de alfabetización llegó a su fin y Tapia volvió a quedar nuevamente fuera del campo educati­vo. En 1959 murió su esposa, justo cuando ambos planeaban visitar a los hijos que habían dejado en Francia. A los pocos meses, Tapia decidió partir solo y vivir con los hijos allá.

Un año le bastó para darse cuenta que no tenía nada que hacer en Fran­cia.

Para los hijos, con sus familias hechas y sus problemas personales, era un problema más a resolver. En el campo de la docencia, a su edad, imposible que pudiera hacer nada. Aún cualquier trabajo remunerado le estaba vedado por el hecho de tener ya en ese momento, edad de jubilado.

En 1961 regresó a México. Se apersonó en la Secretaría de Educa­ción Pública, buscó a sus amigos del proyecto de alfabetización, que desempeñaban en ese momento car­gos directivos dentro del ministerio, y les dijo:

- Ahora que murió mi mujer, y mis hijos prácticamente no me necesitan, desearía con toda el alma volver a ser maestro rural.

Y así fue. Recordaban con tal agrado el trabajo realizado en Temaz­cal, que no dudaron en asignarle, a través de la 4ª. Dirección de Educa­ción Primaria, una escuelita del pue­blo de Santa Catarina Yecahuizotl, en la delegación de Tláhuac, que forma parte del Distrito Federal, pero bas­tante lejos del centro de la Ciudad de México. Yo fui a colaborar con Tapia en esa escuela, que estaba muy aban­donada, justamente por su lejanía con el centro de la ciudad, y donde los maestros anteriores incluían su tiem­po para llegar a la escuela como tiem­po de trabajo, de tal modo que en vez de trabajar con los niños de 8 a 13 horas, apenas lograban hacerlo de 9 ó 9,30 a 12 horas, “para estar de regre­so en el centro a la hora de la salida”.

Lo primero que decidió Tapia fue vivir en el pueblo, para poder estar cerca de los niños y los padres todo el día. Consiguió una modestísima habitación y vivió con las mismas carencias que los campesinos, pero logró reanimar la escuela. Para nivelar el avance de los niños trabajaba con ellos obligatoriamente por la mañana y voluntariamente por la tarde, de modo que la escuela permanecía abierta todo el día para los niños que quisieran asistir y estudiar. Llegó a la escuelita de Santa Catarina mi prensa Freinet, materiales diversos de lectura, algún otro para artes plásticas... Teníamos una parcela de alrededor de una hectárea y en vez de coopera­tiva organizamos a los niños como una asociación de jóvenes campesi­nos. El trabajo fue bueno, los chicos se desenvolvieron muchísimo, padres, niños y maestros estábamos conten­tos, pero... la 4ª. Dirección de Educa­ción Primaria decidió que nuestro proyecto de trabajo era demasiado bueno para estar tan lejos del centro y fuimos trasladados a una escuela citadina. Traslados y problemas, carga burocrática absurda, mi inminente salida rumbo a Francia, el deseo de Tapia de volver al Indigenista, nos ale­jaron momentáneamente del trabajo docente.

Para ese entonces, Tapia y yo habíamos contraído matrimonio. Tal vez el cariño que nos unía era parte también del amor que ambos profesá­bamos a la escuela.

De octubre de 1962 a junio de 1963, becada por el gobierno francés para formarme como maestra de francés en el extranjero, tuve oportu­nidad de llegar a la escuela de Vence, ponerme en contacto con los Freinet, realizar un “Stage” con ellos por 15 días, y asistir al congreso de Niort además de muchos otros contactos con maestros y clases Freinet, en Paris y en la provincia, que me moti­vaban extraordinariamente. De regre­so en México, hecho el balance de lo que había sido mi trabajo Freinet en la escuela Pública, totalmente aislada y perdida en un mar de burocracia, antes de conocer a Tapia y con mil ideas en la cabeza a partir de lo que había visto y vivido en Francia, propu­se a mi esposo que creáramos una pequeña escuela privada, no lucrativa y laica, donde pudiéramos aplicar la técnica con mayor libertad. Así nació la “Manuel Bartolomé Cossío”, en donde desde 1964 se practican y se divulgan las técnicas Freinet. Los 10 primeros años fueron de una amplia difusión. Participamos en innumera­bles conferencias, mesas redondas, cursos, talleres, y cuanta oportunidad teníamos para explicar la filosofía y la práctica de las Técnicas, era aprove­chada.

 

RAMÓN COSTA JOU

 

Nace en Llagunes (Lleida) el 4 de mayo de 1911. Maestro. Se incorporó a la Cooperativa Española de la Técnica Freinet en 1934.

De él dice José de Tapia: se trataba de un maestro joven y entusiasta que trabajaba en un pueblo cercano a Barcelona. Estaba encargado de la redacción de la revista Colaboración.

Con el objeto de difundir la obra freinetiana, Ramón Costa i Jou participó en la Escola d’Estiu de 1935, explicando la práctica de las técnicas Freinet.

Fue miembro del Ateneo Enciclopédico Popular. Vinculado a la Federación de Trabajadores de la Enseñanza y miembro del Partido Socialista Unificado de Cataluña. En la guerra, estuvo al frente en la sección de zapadores de una división, después se fue al exilio. Pasó a Francia para más tarde exilarse en Cuba, Santo Domingo y México. Siguió militando en el Partido Comunista hasta su muerte.

 

En México inauguró en 1973 la Escuela Activa Ermilo Abreu Gómez.

Ramón Costa i Jou. Junto con su esposa Amira Ayube Alcalá, habían fundado previamente, en 1969 la Escuela Activa "Patricio Redondo Moreno". cerrada en 1973 por la tergiversación del proyecto por parte de los demás asociados.

Ramón Costa i Jou murió en México el 13 de octubre de 1987.


Las escuelas fundadas en México por tres maestros españoles del exilio -Patricio Redondo, José Tapia y Ramón Costa Jou- que en España habían sido pioneros en la introducción de las técnicas del pedagogo francés Célestin Freinet, tienen como rasgo más señalado, su decidida apuesta por la metodología Freinet. También merece ser destacado el gran interés de sus tres fundadores por crear escuela entre los sectores más inquietos del magisterio mexicano, lo que les llevó a; organizar varios congresos entre 1970 y 1976; poner en marcha la revista “Escuela Activa”, dirigida por Ramón Costa y fundar el movimiento de la Escuela Activa. Por encima de todo encontramos los fraternales lazos de amistad que los unieron, dejando de lado diferencias ideológicas. Las tres escuelas continúan en activo, hoy en día, en manos de sus familiares más directos y en las de un entusiasta grupo de discípulos.

 

HERMINIO ALMENDROS IBÁÑEZ

 

Almendros es uno de los varios cientos de cualificados maestros que se forman en la Escuela de Estudios Superiores del Magisterio de Madrid, donde terminó con el número uno de su promoción. Frecuentó el Ateneo y asumió los ideales pedagógicos del Krausismo, plasmados en la Institución Libre de Enseñanza. Su primer destino como maestro fue Villablino (León), como director de un centro de la Fundación Sierra Pambley, dependiente de la Institución Libre de Enseñanza; se casó con María Cuyás. En 1929 ambos obtienen destinos como inspectores de enseñanza primaria en Lérida. Allí entró en contacto con la pedagogía de Célestin Freinet y tras un fugaz paso por Huesca terminaron destinados como inspectores en Barcelona, donde colaboró con la recién creada Sección de Pedagogía de la Universidad de Barcelona y divulgó la pedagogía Freinet. Publica La imprenta en la escuela (1932), primera obra que se imprimió sobre estas técnicas en lengua no francesa.

 

Se erige en una de las figuras más representativas de la defensa de la escuela popular. Pronto es reconocido como uno de los escritores infantiles más destacados en los años 30, pero sobre todo, pedagogo convencido de la importancia que en España tiene, en esas fechas, una escuela rural renovada y activa para afianzar una cultura inserta en las necesidades reales del pueblo. Su participación activa en las Misiones Pedagógicas del Valle de Arán y los contactos con Alejandro Casona acentúan los intereses, que ya había mostrado por la escuela rural, por los ambientes culturales y sociales desfavorecidos.

Esto es lo que explica también la particular relación que comienza a establecer con maestros y seguidores del pensamiento de la Escuela Moderna y de su principal teórico y promotor, Célestin Freinet. Así, Herminio Almendros se convertirá pronto en el más importante divulgador en España de las técnicas pedagógicas Freinet y de su aplicación a las escuelas rurales unitarias. Escritor de artículos y de libros sobre estas temática, ferviente combatiente del uso abusivo del manual escolar en la escuela y editor de la revista Colaboración que dará cohesión al grupo de maestros de la Escuela Moderna. Esta línea de acción será la que más tarde, en Cuba, le dignifique como reputado pedagogo, pero también la que al final de su vida le obligue a distanciarse de las tesis oficiales del castrismo.

 

Una de las facetas más destacadas, y menos conocida, de su trayectoria pedagógica anterior al exilio, es la de escritor infantil, como teórico y práctico de la literatura para niños. Ya antes de 1939 era un autor reconocido (su librito Pueblos y leyendas es un excelente ejemplo) en ambientes escolares y literarios, pero será más tarde en Cuba cuando se proyecte esta dimensión por toda la América hispana. Sus contribuciones a la obra de Martí en Cuba, los numerosos textos, cuentos y manuales de español para las escuelas de Cuba, antes y después de 1959, convierten a Herminio Almendros en uno de los autores más conocidos e influyentes de la literatura infantil en la América de habla española.

 

Desde 1939, cuando Herminio Almendros llega a Cuba, huyendo de la represión de los triunfadores, hasta el inicio de la revolución castrista, desempeña en la isla una impresionante tarea docente, investigadora, como escritor y como administrador de la educación, y siempre desde posiciones de progreso, que le conducen con frecuencia a enfrentamientos con opciones autoritarias, representadas en la dictadura del general Batista, de quien también tiene que alejarse.

 

El éxito final en 1959 de Fidel Castro, Camilo Cienfuegos y el Che Guevara, entre los más conocidos, mediante el proceso revolucionario que se inicia en Sierra Maestra, también sitúa durante los primeros años de la Revolución a Herminio Almendros en la parte más elevada de la dirección educativa de la isla de Cuba, de su nuevo y emergente sistema escolar, pero también en la orientación de las iniciativas más emblemáticas (caso de la ciudad Cienfuegos), en las campañas de alfabetización, en la edición de numerosos libros de cuentos, literatura para niños y jóvenes y manuales escolares, en la responsabilidad incluso de aplicar las técnicas Freinet ya practicadas y difundidas en España a la vida normal de cientos de escuelas primarias cubanas.

 

Sin embargo, Herminio Almendros vuelve a caer en desgracia para el sistema castrista, una vez que los informes del rígido, y entonces influyente en Cuba, ideario del partido comunista francés de Regis Debray consideran a Freinet y sus seguidores (por supuesto Almendros) como presumibles contrarrevolucionarios pequeñoburgueses. Cosas del destino. Algunas de sus últimas obras nos ayudan a comprender la intensidad del dolor espiritual e interior de Herminio Almendros, quien nunca renuncia a sus ideales liberales, progresistas, republicanos, expresados ante todo en sus formas de hacer escuela y educación, en su defensa de la pedagogía progresista que representaba en todo el mundo Freinet y sus técnicas escolares. Pero para entonces Almendros ya había ocupado un lugar señero entre los líderes educativos de la Revolución, y cuando muere se va a encontrar en el Panteón de los Héroes de la Revolución de Cuba.

 

En el diario, elaborado entre los meses de enero de 1939 y septiembre de 1940, que escribió durante los primeros tiempos de su exilio como republicano español, Herminio Almendros Ibáñez, nos va contando día a día su salida de España, su andadura por Francia y su llegada a Cuba. Como tantos otros españoles que trabajaron al servicio de la República, Almendros cruzó los Pirineos cuando la victoria de las tropas del general Franco ya era un hecho. Allí se convirtió en un refugiado y, después de permanecer en el Rosellón y en el corazón de Francia durante unos meses, consiguió llegar a Vence y refugiarse en casa de Freinet, más tarde huyó a París, donde se mantuvo en la clandestinidad hasta que pudo embarcarse rumbo a América. En el diario nos cuenta el transcurrir cotidiano en esta situación de desgarro, de pérdida, de separación y de futuro incierto.

 

Su hija, María Rosa Almendros, lo recuerda así:

Mi padre era un hombre bueno, en el buen sentido de la palabra, como decía Antonio Machado. Era también un hombre triste; los fascistas, en España, habían fusilado a miembros de su familia y a sus amigos y jamás pudo olvidarlo. Más de una vez me decía: “No olvides nunca el fascismo, no olvides jamás los crímenes del fascismo”. Creo que mi padre solamente era feliz cuando enseñaba. Para él no había sábados ni domingos, estaba dispuesto a dar todo lo que tenía y como no poseía más que su inteligencia y su pasión por la enseñanza, él las daba a manos llenas.

 

ACTIVIDADES

 

  • Organización de la exposición “La Escuela de la II República cedida por la Fundación FIES de CCOO.

 

  • Proyección de los documentales:

“LAS MISIONES PEDAGÓGICAS” de Gonzalo Tapia, nieto de José Tapia.

“LA ESCUELA FUSILADA” de Iñaki Pinedo y Daniel Álvarez.

Posteriormente, se organizarán coloquios, mesas redondas, debates...

 

  • Organización de una conferencia sobre la aportación de los maestros exiliados y de la pedagogía Freinet a la educación en México.

 

Se intentará que el conferenciante sea el profesor Fernando Jiménez Mier Terán. Profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México, en las carreras de Pedagogía y Sociología que se imparten en las Facultades de Filosofía y Letras y Ciencias Políticas y Sociales respectivamente . Es autor de obras de fuerte sentido crítico, como “El autoritarismo en el gobierno de la UNAM”, una espléndida analogía - con estudio preliminar- “FREINET , una Pedagogía del sentido común”, y de un libro excepcional: “Un maestro singular. Vida, pensamiento y obra de José de Tapia Bujalance” , así como de numerosísimos artículos de colaboraciones en revistas académicas de su especialidad y en la prensa periódica. Trabaja actualmente sobre Patricio Redondo , Ramón Costa i Jou y el grupo de maestros seguidores de Freinet de México, en el marco de una investigación sobre el exilio pedagógico español en México.

 

 

PRESENTACIÓN DE LOS MATERIALES

 

Las Misiones Pedagógicas

 

conectando con algunos de los anhelos más profundamente sentidos por la República; la erradicación del analfabetismo, la elevación del nivel de instrucción de la población y la compensación de las desigualdades, más acusadas en el medio rural, se puso en marcha el ambicioso proyecto de extensión cultural de las Misiones Pedagógicas.

 

Lo más revolucionario que pudo hacerse, después de facilitar alimentación con las cantinas escolares, fueron las Misiones Pedagógicas de cuyo patronato fue presidente Cossío, y que todavía recuerdan los más viejos de los pueblos. En destartaladas camionetas llegaron a las aldeas perdidas bibliotecas itinerantes, proyecciones cinematográficas, teatro, museos ambulantes. El 70% de los hombres eran analfabetos; mucho más las mujeres.

En aquellas Misiones Pedagógicas se embarcaron mujeres de la talla de María Moliner y María Zambrano, grandes poetas, afamados escritores y maestros, como José de Tapia y Herminio Almendros, a los que los lugareños recogían en burro donde las camionetas ya no tenían acceso.

Esto es lo que refleja el estupendo documental de Gonzalo Tapia.

 

La Escuela Fusilada

 

El programa educativo y cultural franquista lo pronunció un general en el claustro de la Universidad de Salamanca: «¡Muera la inteligencia!». Ese programa se ejecutó desde el primer momento. La depuración del magisterio fue brutal.

 

Miles de docentes, tras el triunfo del golpe militar, tuvieron que optar por el camino de un incierto y duradero exilio o soportar el peso de la represión franquista. Quienes se quedaron fueron sometidos a los juicios de las comisiones de depuración constituidas para castigar, sobre todo, a los sectores más progresistas e innovadores desde el punto de vista educativo y, a su vez, los más comprometidos con el proyecto republicano de cambio político, social y económico. Entre 15.000 y 16.000 maestras y maestros sufrieron expedientes de depuración. Como consecuencia de ello, unos se verían abocados a la separación e inhabilitación absoluta o parcial para la enseñanza, otros se verían suspendidos de empleo y sueldo, trasladados, y sometidos a expedientes disciplinarios o inhabilitados para el desempeño de cargos públicos o directivos.

 

María Cuyás Ponsa, esposa de Herminio Almendros, sufrió el proceso de depuración y en 1944 fue destinada a Huelva en un traslado forzoso, cuando él ya se encontraba en Cuba.

Tanto en la primera fase, como a lo largo de buena parte de la guerra civil, un procedimiento común de actuación fueron las destrucciones de libros.

 

La escuela fusilada es un brillante documental de 50 minutos, realizado por Daniel Álvarez e Iñaki Pinedo. Construido a partir del testimonio de los protagonistas de aquella época, a los que acompañan algunas imágenes de archivo en blanco y negro.

Exposición: La Escuela de la II República

Al proclamarse la II República en abril de 1931, más del 30 por ciento de la población española era analfabeta, la educación estaba en la mayoría de los casos, en manos de instituciones religiosas y era más un privilegio que un derecho. Ante este panorama desolador, el gobierno republicano se fijó como prioridad mejorar la formación de la población de niños y adultos. Para ello dispuso un paquete de medidas entre las que destacó la duplicación del número de las escuelas.


Los frutos de aquel vasto proyecto para erradicar el analfabetismo y modernizar el país quedarán reflejados en esta exposición, con ella se pretende recordar lo novedoso de aquellos planteamientos docentes y la vigencia de la pedagogía que inspiró la política educativa de aquellos años. Asimismo se quiere homenajear a una generación de maestros y maestras de la República que se comprometieron con su país para sacarlo de la ignorancia y del analfabetismo, una generación que buscaba cambiar un país con un instrumento fundamental: la educación.

La exposición incluye también un dvd y dos publicaciones; un catálogo y una guía didáctica.

 

 

BIBLIOGRAFÍA

 

Para realizar este documento se ha consultado:

 

  • Los estudios sobre la Educación en la II República realizados por el catedrático de Historia de la Educación de la Universidad de Alcalá de Henares Antonio Molero y la doctora en Historia por la Universidad de Huelva Consuelo Domínguez.

  • José Luis González Monteagudo. La pedagogía de Célestin Freinet: Contexto, bases teóricas, influencias, CIDE, 1986

  • Fernando Jiménez Mier Terán. Un maestro singular. Vida, pensamiento y obra de José de Tapia Bujalance, Universidad Nacional Autónoma de México.

  • Claudio Lozano Seijas. Almansa, mi pobre Almansa... El exilio de Herminio Almendros. Universidad de Barcelona

 

  • La depuración franquista de los maestros freinetianos españoles de la década de 1930 por José Luis Hernández Huerta. En la revista Papeles Salmantinos de Educación.

Pilar Fontevedra Carreira. Noviembre de 2007